«La sociedad tuvo importantes cambios en cuanto a su composición étnica, ya que en 1810 los blancos representaban algo mas de la mitad de la población (55.32 por ciento); las tres cuartas partes (73.29 por ciento) descendientes fueron relegados y quedaron nucleados en grupos muy pequeños, que expresaban el pintoresquismo africano durante el carnaval.
La mencionada costumbre hispana de casamientos con gran diferencia de edad entre los contrayentes, se fue corrigiendo de manera lenta pero constante, al mismo tiempo que bajo la edad promedio de ambos contrayentes. Las mujeres descendieron de 34-32 a los 23-21 y los hombres, de 40-38 a 28-25.
Las mujeres de los sectores bajos (esclavas o libres) tenían una iniciación sexual más temprana, en parte por la libertad de la que disponían, la falta de compromiso ante la sociedad y por la compulsión de los hombres, que también se iniciaban tempranamente, ya fuera con prostitutas o en apareamientos ocasionales con cualquier mujer dispuesta a permitirlo. En los tribunales no faltaban las mujeres solteras de la clase media que reclamaban matrimonio o resarcimiento económico para mantener al o los hijos procreados. Aunque la bibliografía mas difundida sostiene que el papel de la mujer era de relegamiento, obediencia y sujeción a la autoridad del padre primero, y luego a la del marido, la realidad parece demostrar que no era tan así.»
Andrés Carretero, Vida cotidiana en Buenos Aires, Buenos Aires, Planeta, 2000.
Luciana Coni y Violeta Molina, 4° Ciencias Sociales