«Un gaucho, en la calle principal de Buenos Aires, ha sido ridiculizado y escarnecido por una multitud que lo seguía. El motivo fue que este hombre tuviera la singular ocurrencia de andar por nuestras calles vestido con el traje nacional. Esto demuestra cómo lo argentino, lo netamente argentino, ha llegado a ser exótico y risible en la propia capital de la República. Un antitradicionalismo incomprensible se encarniza con los restos de nuestro pasado. En la capital apenas existe una casa vieja; en Mendoza se echan al suelo los magníficos y enormes árboles que techaban las calles; en Córdoba se ha edificado, pegadas a la catedral, casas para la renta, que quitan sus admirables condiciones de ambiente al vetusto edificio de piedra, talvez la única obra arquitectónica colonial de merito que se conserva en el país; en Salta se reemplazan los genuinos y pintorescos casones coloniales por casitas art noveau; y los bailes argentinos y las músicas locales, consideradas como co (más…)